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Si habéis leído los primeros artículos que escribimos sobre esta apasionante juego de cartas, el baccarat (o bacará, en su versión españolizada), sabréis de sobra entonces que el juego es uno de tantos de puro azar, en el que el jugador no controla absolutamente nada de lo que pasa en la partida, salvo la apuesta que realiza al principio. Hablamos, como en el caso de la ruleta o de los dados, de un juego en el que llevar mucho tiempo jugando, tener mucha experiencia, no te hace ser mejor… al menos de forma segura. Y eso también significa que cualquier novato puede ganar.
Porque es la suerte la que decide en el baccarat el destino de cada jugador, sacando las cartas que le pueden venir bien o no, haciendo que pierda de nuevo, después de haber cambiado su apuesta a la banca tras cinco turnos consecutivos de perder apostando al jugador. Existen posibilidades y probabilidades, pero quedan totalmente apartadas en cada nueva jugada, porque como se suele decir en una de las más famosas frases sobre el juego, las cartas no tienen memoria.
Entonces, ¿de qué manera podemos hablar de una estrategia para el baccarat? Simplemente aludiremos a consejos más que a una propia estrategia en sí. Consejos para los jugadores más novatos, pero también a tener muy en cuenta para aquellos que llevan ya tiempo jugando a este entretenido juego de cartas.
Consejos para jugar y ganar al baccarat
Cuando lo juega James Bond en sus películas, el baccarat parece muy sencillo, e incluso se diría que el propio Bond tiene una especia de habilidad única para conseguir siempre las cartas que le convienen. Por supuesto, estamos hablando de una película, y en la vida real la cosa cambia bastante. Estamos a merced de la suerte y hay que entenderlo cuanto antes si queremos jugar en condiciones al baccarat. Eso no significa que podamos influir en cierta manera, no ya en el juego, sino en nuestras ganancias o pérdidas, asumiendo una estrategia con respecto a las apuestas, como se suele hacer en los juegos de cartas.
Lo primero que hay que saber es que los mazos de cartas que se utilicen influirán de manera determinante, eso sí, a la larga, en nuestra ventaja o desventaja con respecto al casino. Cuantos más mazos haya, más desventaja tendremos, así que es obvio que debemos buscar las mesas en las que se juegue, por ejemplo, con solo 3 mazos.
Con respecto a las apuestas, hemos de tener en conocimiento la diferencia básica entre ellas. La apuesta a jugador (o punto) se paga 1 a 1 fijo, es decir, que si apostamos 10 recibiremos 10, más la apuesta que hayamos realizado, por supuesto. En el caso de la apuesta a banca, también se paga 1 a 1, salvo que hay un 5% de comisión que habría que restar de nuestro beneficio. Sin embargo, la apuesta más generosa es la de empate, que se paga muy alta, 8 a 1, por lo que si apostamos esas mismas 10 conseguiremos 80 de beneficio. Eso sí, es mucho más complicado acertar al empate que a cualquiera de las otras apuestas claro está.
Como siempre, en lo que se refiere al dinero, debemos jugar de manera lógica, teniendo un límite por arriba y por abajo, para evitar pérdidas mayores de las que deseamos. No dejarnos llevar por la euforia de las rachas, ni pensar que, después de tanta mala suerte, tiene que venir algo muy bueno. Deberíamos apostar de una manera constante y continua, incluso sin tener en cuenta los resultados que obtengamos. Es la manera de no dejarnos influir nunca por la propia suerte del juego, esa falacia que nos dice que sigamos jugando a pesar de haber perdido demasiado, porque la buena racha está a la vuelta de la esquina.
Es ese control que debemos llevar a rajatabla no solo en el baccarat, sino realmente en cualquier juego de azar, sabiendo que no hay manera de controlar otra cosa que no sean nuestras propias apuestas.