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En la mayoría de casinos del mundo, por no decir en todos, existe al menos una mesa de Baccarat en la que cualquier jugador, aun siendo inexperto, puede participar. Teniendo en cuenta que se juega con mazos de 52 cartas, entre tres y seis mazos, lo que hace que el juego sea aún más emocionante y dificulte mucho más las posibilidades de conteo de cartas y demás. Se puede decir que el Baccarat es una especia de blackjack simplificado, ya que su forma de juego es parecida, aunque tiene algunas peculiaridades que ahora veremos.
Por ejemplo, lo primero que debe hacer el jugador en la partida es apostar. La apuesta es libre, aunque algunos casinos tienen límites de apuesta tanto máxima como mínima. Pero lo que más llama la atención es que el jugador puede apostar a que gana el propio jugador, la banca o hay empate. Cuando hablamos del propio jugador no nos estamos refiriendo a él (o ellos, si son varios), al igual que cuando hablamos de banca tampoco estamos refiriéndonos al propio casino. Como en todo juego de cartas, hay una confrontación entre dos “entes”, que en este caso se llamarán jugador y banca, como podrían haberse llamado A y B, o Azul y Rojo.
Es por eso que el jugador puede apostar indiferentemente a uno y otro según crea que pueda ganar la mano denominada del jugador, o la de la banca. Una vez hechas las apuestas se reparten dos bancas para cada “ente”, es decir, dos a la mano del jugador y dos a la mano de la banca. El objetivo del juego es muy sencillo, conseguir un 9 o acercarse lo máximo posible a esa cifra, sumando las cartas repartidas. El que más se acerque, sea la banca o el propio jugador, ganará. En caso de que ambos “entes” tengan el mismo valor en sus cartas, la jugada terminará como empate.
Si el resultado después de repartir las dos cartas es inferior a 8, se entrega una tercera carta para sumar más. Esta tercera carta se debe entregar obligatoriamente, no está en manos del jugador decidirlo. Por ejemplo, si se tiene en las dos primeras cartas un 3 y un 2, el resultado total sería cinco, y se pide una carta más. Solo se podrá repartir una carta más, es decir, hasta tres por jugada y “ente”.
Valor de las cartas en el Baccarat
Hemos dicho q ue el objetivo del juego es conseguir un valor total de 9 o al menos acercarse lo máximo posible a ello. Por eso debemos conocer de primer mano cuales son los valores de las distintas cartas, para poder saber cuando estamos cerca o lejos de lograr nuestro objetivo. Al igual que el propio desarrollo del juego, el valor de las cartas del Baccarat es algo muy sencillo de aprender, y la mayoría de los jugadores lo toman al vuelo.
El As vale como 1, las figuras (J, Q y K), y también el 10, valen como 0, y el resto de cartas según su propio valor número, 2 es 2, 3 es 3… Es por eso que las combinaciones para lograr una mano natural (por valor de 8 o 9) son bastante extensas, ya que si lo pensamos, la gran mayoría de cartas están por debajo de esos valores. Un ejemplo de mano natural sería tener en las dos primeras cartas un 5 y un 4, con valor de 9. También podrías tener una mano natural con un 9 y un K, por ejemplo, al valer la figura como 0.
Pero, ¿Qué pasa si tenemos, por ejemplo, un 7 como valor total en las dos primeras tiradas y al recibir la tercera carta nos pasamos de 9? En estos casos, el Baccarat tiene la regla de que se restará 10 al valor que tengamos en la suma de nuestras cartas. Por ejemplo, en el caso anterior, tenemos un 3 y un 4, y recibimos un 6 como tercera carta, lo cual nos deja el valor total en 13. Ahora restaríamos 10, y el valor quedaría en 3, definitivo porque ya no se pueden pedir más cartas. Esto también puede suceder en las dos primeras cartas, dándose el caso, por ejemplo, de obtener dos 9, con resultado total de 18, que menos los 10 se quedaría en 8, otra mano natural.